San José era impulsado por su amor esponsal y paternal a vivir para María y Jesús; Jesús y María, correspondiendo a tal amor contribuían a acrecentarlo sin fin.
Juan Pablo II resume así esta relación: “Puesto que el amor ‘paterno’ de José no podía dejar de influir en el amor ’filial’ de Jesús y viceversa, el amor ‘filial’ de Jesús no podía dejar de influir en el amor ‘paterno’ de José, ¿cómo adentrarnos en la profundidad de esta relación singularísima? Las almas más sensibles a los impulsos del amor divino ven con razón es San José un luminoso ejemplo de vida interior” (RC, n. 27).
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