San José se merece mi amor y veneración particular, porque Dios le ha concedido tantos y tan grandes privilegios. Dios dispuso que fuera esposo de la Madre de su Hijo. Un ángel le trajo la nueva del cielo. Era el protector fiel y padre nutricio de Jesús; un ángel le trajo la orden de huir a Egipto, y más tarde de volver a la tierra santa.
El hijo de Dios le estaba sujeto: Jesús le obedeció como un hijo debe obedecer a su padre; como un aprendíz, a su maestro.- José era muy agraciado de Dios. Recordemos su fe firme e imperturbable, su profunda humildad, su dedicación realmente heroica a la Providencia divina. José tenía constantemente delante de sí el ejemplo maravilloso de las virtudes de Jesús y María.
Gozaba de la íntima convivencia con ellos. De todas estas magnificencias, que eran para el cielo entero el objeto de júbilo constante, era José testigo y admirador.- José es el único de todos los mortales que falleció en los brazos de Jesús, autor de toda vida, y en presencia de María Santísima.-
Lo que a nosotros nos parece tan duro y tan difícil, era para él un paso dulce y agradable.- Estos motivos suficientes para ayudar a San José a agradecer todos estos privilegios, con que Dios quiso distinguirlo.
"Y les estaba sujeto". (Lucas 2, 51)
-Santiago Koch,S.V.D.- De: Tu compañero de jornada al encuentro con Dios
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