«Pues como el suyo era matrimonio, y matrimonio virginal, así lo que la Esposa dio a luz virginalmente, ¿por qué no iba a aceptarlo castamente el esposo? Pues lo mismo que la esposa lo era en castidad, en castidad era el esposo; y lo mismo que Ella era casta Madre, él fue casto Padre. En su corazón él cumplía un oficio mucho mejor que otro que lo desea realizar sólo carnalmente. Pues quienes adoptan hijos, tienen más castidad al engendrarlos en el corazón que los que carnalmente pueden tenerlos. Por tanto, José no sólo debió ser padre, sino serlo al máximo... En resumen, todos los bienes del matrimonio se dieron en los padres de Cristo: la prole, la fidelidad, el sacramento. La prole la reconocemos en la Persona del Señor Jesús; la fidelidad, porque no hubo adulterio, y el sacramento, pues no hubo separación ni divorcio... ¿Cómo era padre? Tanto más profundamente padre cuanto más casta fue su paternidad... El Señor no nació del germen de José. Sin embargo, a la piedad y a la caridad de José, le nació un hijo de la Virgen María, que era Hijo de Dios»
(San Agustín, Sermón 51)