San José alienta a las familias, a los padres y madres cristianos, para que construyan su convivencia cotidiana desde el amor y la fe que se vivían en la Sagrada Familia de Nazaret, a fin de que, poniendo a Cristo, la Eucaristía, en su centro, lleguen a ser semillero de generosas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, tan necesarias para nuestra Iglesia y nuestra sociedad.
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