San José ha renunciado a entender y ha aceptado de creer, ha renunciado a mandar y ha aceptado obedecer. Sin embargo, creyendo, se ha dejado dirigir por el Señor y Él lo ha introducido en un modo particularmente íntimo en el misterio de la encarnación y de la salvación.
San José, este amable patrono de la vida espiritual, nos ayuda a estar siempre ante el corazón y los ojos de Dios y olvidarnos de nosotros mismos, porque en ese desaparecer a los ojos de todos y a nuestros ojos, nos perderemos en el humilde y silencioso corazón del único Dios y Señor nuestro.
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